ORIENTE Y NORTE
Como ocurría cada
año, los Reyes Magos; Melchor, Gaspar y Baltasar; se encontraban dando un
repaso a las cartas de los niños.
Faltaban solo un par de días para el 6 de
enero y ya casi las tenían todas.
Sin embargo, se estaban encontrando con un
pequeño problema…
-Otro niño que le da igual lo que le
llevemos porque lo que quería ya se lo ha llevado Papa Noel-indicó Gaspar
enfadado colocando la carta que había estado leyendo en un montón.
-Hemos encontrado ya 268 cartas así-dijo
Melchor un poco triste.
- ¿Y qué hacemos? No podemos dejar a
ningún niño atrás, pero tampoco está bien que tengan tantas cosas-continuó
Baltasar.
-Los niños se están volviendo avariciosos
en estas fiestas.
-Creo, amigos
míos, que lo más sensato es convocar una reunión con Papa Noel. Estoy seguro
que podemos llegar a un acuerdo para que todos los niños tengan regalos, pero
no más de la cuenta-indicó Melchor seriamente.
Gaspar y Baltasar se miraron dudosos.
Nunca habían estado con el hombre de rojo. Para empezar, vivían muy lejos.
Mientras que ellos estaban en el cálido oriente, Papa Noel vivía nada más y
nada menos que en el propio Polo Norte.
Además, casi se podía decir que
rivalizaban un poco. Y para colmo, el hombre tenía tantos
nombres que ni
siquiera estaban seguros de cómo llamarlo.
-Muy bien, Melchor. Si crees que es lo
correcto lo haremos-aceptó Baltasar.
-Pero, ¿cómo nos
pondremos en contacto con él?
-preguntó Gaspar.
-Por carta por
supuesto-contestó divertido Melchor-Y antes de que preguntéis la dirigiré a nombre
de Nicolás Claus.
Y así lo hicieron. Cuando pasó esa noche
tan especial del 6 de enero, los tres Reyes Magos escribieron a Papa Noel para
concertar una reunión. Decidieron que lo mejor era ofrecerse a hacer el viaje
hasta el Polo Norte, pero esperaron la respuesta antes de emprender la marcha.
La carta les llegó con mucho retraso. Casi
en verano. Y el señor Claus los invitaba a ir cuando ellos quisiesen.
Así pues,
empezaron el viaje al Norte.
A pesar de estar en pleno verano, los
Reyes Magos llegaron a la casa de Papa Noel con mucho frio. Pero rápidamente un
grupo de los duendecillos le sirvieron chocolate caliente y un asiento junto a
la chimenea.
- ¡Oh, oh, oh! Bienvenidos a mi humilde
casa-llegó Nicolás Claus con una fuerte voz.
Resultó que el señor Claus era un poco más
alto que Baltasar, el más alto de los tres. Pero era muchísimo más gordo que
cualquier persona que habían conocido. Tenía una espesa barba blanca, pero, al
contrario que la de Melchor, totalmente lisa.
-Señor Claus-comenzó Gaspar poniéndose en
pie y ofreciéndole la mano para estrechársela-Mi nombre es Gaspar. Y ellos son
mis buenos amigos Melchor y Baltasar.
-Claro-exclamó este-Se quiénes son. Los
famosos Reyes Magos. Ustedes son mi inspiración.
-Nos sentimos
alagados por sus palabras, señor Claus. Pero como le indicamos en la carta
venimos por un asunto que no puede esperar más-indicó Melchor.
-Sin duda, estoy de acuerdo con ustedes.
Pasemos a mi despacho y sentémonos. Allí estaremos más cómodos.
Caminaron a una habitación contigua en la
que también tenían una chimenea. Una mujer, presumiblemente la señora Claus
llegó a traerles más chocolate caliente y tras dedicarles una sonrisa Salió del
despacho.
Una vez que estuvieron los cuatro
sentados, comenzaron a hablar.
-Bueno amigos. Leí con gran atención su
carta y me entristeció lo que ocurre. Mi intención
solo es hacer feliz a los
niños-comenzó Papa Noel.
-Lo entendemos señor Claus. También
nosotros queremos eso. Pero sin olvidar la razón por la que lo hacemos-indicó
Baltasar.
-Todos los niños reciben algún regalo. Si
se portan bien serán muy buenos, si se portan mal, será algo que quizá sirva
para que mejoren su comportamiento.
-Pero a pesar de que se porten muy bien y
se merezcan todo lo que piden, tienen que saber compartirlo y sobre todo no
pedir más regalos de los necesarios. Los niños también
tienen que aprender a razonar y entender que a veces no pueden tenerlo
todo-explicó Gaspar.
-Entiendo todo eso. Y puede que en los
últimos años haya estado excediéndome dándole a todos los niños regalos sin
prestar demasiada atención a su comportamiento. Les pido disculpa si les ha
causado algún problema-aceptó Santa Claus-Pero, ¿no debo entonces regalar
muchas cosas a los niños que se hayan portado bien?
-Puede dejarles regalos, por supuesto.
Solo le pedimos que no se exceda en su número. Un niño de 7 años no necesita 12
regalos por su parte. Y menos aún si después nosotros debemos dejarle algunos
más-dijo Melchor.
-No tendría tiempo para dedicarle a todos.
-De hecho, suele ocurrir que escogen uno o
dos de los regalos y el resto apenas los miran en el resto del año-terminó Baltazar
un poco apenado.
Continuaron así
durante dos horas más. Finalmente decidieron que Papa Noel les enviaría una
lista de los niños que mejor se habían portado para que los Reyes le
recomendaran que podía regalarles de las largas cartas que le llegaban.
Después de todo
los tres Reyes Magos llevaban llevando ilusión a los niños más de 2000 años,
mientras que Papa Noel apenas había empezado a dar regalos hace 150.
FIN
Natalia Romero León
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