HERMANOS
Raquel y Raúl eran dos hermanos de 9 y 8
años que tenían desesperados a sus padres.
Por el canal de dibujos. Por la taza que
querían a la hora de comer. Por lo que querían de merendar. A la hora de la
ducha. A la hora de ayudar en casa. A la hora de los deberes. A la hora de
acostarse…
Si Raúl un día quería ir en vaqueros al
colegio a Raquel le parecía mal porque ella había elegido lo mismo y su hermano
se convertía en un copión. Si Raquel quería ir a jugar al parque que siempre
iban, ese día Raúl no quería salir a jugar.
Sus padres se
pasaban todo el día intentando mediar entre ambos hermanos. A veces tenían que
castigarlos a los dos, pero entonces automáticamente ellos también eran malos y
todo era culpa del otro hermano.
Lo extraño es que no siempre había sido
así. Cuando ambos eran pequeños no podían pasar un segundo el uno sin el otro.
Últimamente no servía ni siquiera el
recordarles que los Reyes Magos se acercaban y que si seguían discutiendo no
les traerían nada de lo que pidiesen.
-Eso no vale, mamá. Yo siempre me porto
bien. Es él-decía Raquel.
-Ofú mamá. Es ella que no me deja
nunca-decía Raúl.
Así que, sin
ningún cambió en la relación entre los hermanos, la noche de Reyes ambos
recibieron una visita en sus sueños.
Raquel estaba soñando que bailaba en un
campo de flores cuando se aparecieron ante ellas los tres Reyes Magos.
-Hola Raquel-la saludó Baltasar.
-¡Los Reyes Magos!-exclamó
sorprendida-¿Qué hacéis en mis sueños?
-Venimos a preguntarte por qué peleas tanto
con tu hermano Raúl-indicó Gaspar.
-Eso no es verdad-comentó Melchor- ¿No
recuerdas las veces que tu hermano te ha defendido en el colegio? ¿O las veces
que te deja ver esa película de princesas que tanto te gusta?
- ¿Y recuerdas todo el tiempo que estuvo
ahorrando su paga para regalarte por tu cumpleaños ese peluche que tanto te
gusta? -continuó Baltasar.
-El señor orejas-susurró la niña un poco
apenada.
-Es normal que a veces discutáis. Pero
deberías intentar de vez en cuando llevarte bien con él.
-Pero a veces es
muy pesado.
-Bueno. Pero, como buenos hermanos, tenéis
que aprender a perdonaros.
-¿Intentarás llevarte bien con tu hermano? Además,
nosotros sabemos que tú lo quieres mucho.
-Sí, está bien.
Entonces los Reyes
desaparecieron del sueño de Raquel dejándola sola de nuevo bailando en un campo
de flores.
Raúl también
estaba soñando cuando aparecieron los Reyes Magos delante de él.
Estaba tan
tranquilo comiéndose un helado gigante de chocolate cuando de repente allí
estaban los tres.
-¡Guau! ¡Los Reyes Magos en mi sueño! ¡Qué
suerte tengo!
-Buenas noches a ti también, Raúl.
-¿Sabes por qué hemos venido?-preguntó
Gaspar.
-¿A traerme los regalos? Pero ¿también hay
regalos en los sueños? -Raúl se sentía un poco confundido.
-Más o menos es un regalo sí. Venimos a
pedirte que trates de llevarte mejor con Raquel.
-Pero yo no hago nada malo. Es
ella-comenzó él.
-Raúl, escúchanos. Tu hermana hace muchas
cosas buenas por ti.
-Aprendió a hacer tu postre favorito. Y
también te ayuda con los deberes cuando algo no lo entiendes.
-Las discusiones
que tenéis en realidad son por cosas pequeñas que no tienen importancia.
Piénsalo. ¿Qué más da quien se duche primero? Tenéis que hacerlo los
dos-comentó Melchor con un ejemplo.
-Recuerda que tu hermana hace muchas cosas
porque te quiere. Igual que tú también la quieres a ella, ¿verdad?
-Claro, es mi hermana.
-Entonces, ¿intentaras discutir menos con
ella?
Raúl se quedó pensativo unos segundos,
pero al final asintió con la cabeza. Los Reyes Magos entonces le sonrieron y
desaparecieron de su sueño.
A la mañana siguiente cuando despertaron y
se dirigieron al salón encontraron muchísimos
regalos. Algunos para Raquel,
otros para Raúl. Pero muchos para compartir.
Entre ellos una gran tarta de gominolas. A
la que los dos hermanos se acercaron.
-Si quieres puedes
quedarte con las esponjitas. A ti te gustan más-comenzó Raquel.
-Gracias. Tu quédate con las fresitas. Son
tus favoritas.
Con esto, ambos hermanos se abrazaron y
comenzaron a tener una mejor relación.
FIN
Natalia Romero León
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