LA ILUSIÓN
Daniel era un niño
de siete años muy feliz. Vivía con su familia en un piso cerca de colegio y de
sus abuelos. Y además tenía dos amigos en su mismo bloque.
Pero desde hacía
unos días, sus padres lo veían un poco triste.
Por esas fechas, Daniel
siempre estaba contando los días para la llegada de las vacaciones, de la
comida de Navidad con toda la familia, y, sobre todo, contaba los días para que
viniesen los Reyes Magos.
Pero ese año, a dos días de las vacaciones, aún no
había dicho apenas nada de las fiestas.
-¿Qué ocurre
Daniel?-preguntó su padre, mientras el niño veía unos dibujos animados-Mamá y
yo te notamos triste.
-¿Pasa algo en el
cole, cariño?-preguntó la madre.
-Si-dijo en voz
baja el pequeño-Hay unos niños mayores que dicen que los Reyes Magos solo son
para los niños pequeños y se ríen de mí y de mis amigos.
Sus padres se
miraron sorprendidos entre ellos.
-Bueno, pero no
tienes que estar triste por eso. Los Reyes Magos te traen regalos todos los
años.
-Pero, ¿entonces
cuando sea grande ya no van a venir? Eso es lo que dicen los grandes.
-Claro que sí,
hijo. A lo mejor a esos niños no les trae regalos por que se portan mal con
otros niños-explicó la madre.
Daniel arrugó la
boca en una clara señal de no estar muy convencido de esa teoría.
-¿Por qué no haces
una cosa? Escríbele una carta a los Reyes Magos preguntándoles.
Daniel se quedó un
rato pensativo, pero al final pensó que su padre había tenido una buena idea.
Escribió la carta
de todos los años en la que les decía a los Reyes Magos los regalos que más le
gustaban. Pero además en el sobre incluyó otra carta en la que les explicaba
los que había pasado en el colegio y les preguntaba si iban a seguir viniendo
todos los años.
A partir de ese
día empezó a contar cuanto faltaba para que pudiese entregar el sobre al
Cartero Real. Y por supuesto todos los días tachaba en su calendario el día que
había pasado.
Después de lo que
a Daniel le parecieron años, llegó el 5 de enero. Ese día siempre le había
gustado. La cabalgata de los Reyes Magos era su día favorito del año. Comería
Roscón de Reyes, iría con sus padres a ver un desfile, podía comer un montón de
caramelos, … Y cuando por fin se acostaba sabía que encontraría muchos regalos
al despertar.
Ese día sin embargo fue distinto. No era aún
de día cuando se despertó. Ni fueron sus padres los que lo sacaron de la cama.
¡Fueron los Reyes
Magos!
Daniel era incapaz
de salir de su asombro. Los tres Reyes Magos estaban en su casa. En su salón
llenos de cajas envueltas en papeles bonitos. No se habían ido.
-Hola Daniel-lo
saludó Melchor colocándose a su lado.
-Y decidimos venir
a explicarte lo que ocurre con los niños mayores de tu colegio-concluyó
Baltasar.
Daniel los miraba
con muchísimo interés. Y aún muy asombrado. Los Reyes Magos habían leído su
carta y habían decidido ir a explicarle lo que ocurría.
-Verás Daniel. Hay
algo que es lo que nosotros buscamos en los niños. La ilusión-explicó Gaspar.
-Los niños que
tienen ilusión por que vayamos a verlos siempre nos recibirán en su casa. Pero
a veces, cuando los niños crecen, dejan de tener ilusión por nosotros. Y por
muchas otras cosas-continuó Melchor.
-A veces pierden
la ilusión por cosas que les ocurre. O por que se meten con ellos otros niños.
Y dejan de creer en nosotros y en tener ilusión en la vida.
-Pero los niños
que conservan la ilusión por nosotros pueden seguir recibiendo regalos
nuestros.
Daniel escuchó
todo eso sin entender muy bien lo que significaba. Él era un niño y claro que
tenía ilusión por muchas cosas, y no entendía cómo es posible que las personas
dejaran de tener ese sentimiento.
-Daniel-comenzó su
madre- ¿has comprendido lo que te han dicho los Reyes?
-Creo que quieren
decir que los niños de mi cole no creen que los Reyes Magos vayan a ir a su
casa, y por eso no van. Pero, ¿Por qué no creen que vayan a ir? Si aquí siempre
vienen.
-A veces vamos con
mucha prisa. Lo que significa que no podemos despertar a los niños para que nos
vean. Por eso a veces dejan de creer en nosotros.
Daniel asintió
entonces asimilando la información.
-¿Y si yo siempre
tengo ilusión siempre vendréis?
-Si tienes
ilusión, aunque a veces las cosas vayan mal, siempre encontraras la manera de
que vayan mejor. Y por supuesto te pasaran siempre cosas buenas.
Daniel aceptó lo
dicho por los Reyes Magos. Y mientras estos se marchaban para seguir con la
larga noche que les quedaba, el niño, de nuevo muy feliz y con toda la ilusión
del mundo comenzó a abrir sus regalos.
Recuerden. A veces
la vida nos tira por tierra una y otra vez, pero si seguimos teniendo ilusión
por las cosas buenas, estas vendrán a nosotros.
Les deseo
felicidad e ilusión en sus vidas.
FIN
Natalia Romero León
No hay comentarios:
Publicar un comentario