Y por fin 5 de enero, el día más entrañable del año, que siempre parece muy lejano, y que te invita a recordar.
Recuerdo que mi hermana y yo comíamos ese día muy rápido para ir a la cabalgata sin llegar tarde y podernos poner en primera fila. Cogíamos todos los caramelos que podíamos cargar y diez veces más si era necesario aunque siempre nos ganaba cogiendo caramelos mi abuela Magdalena.
Después estábamos un ratito con mis primos preguntándonos unos a otros lo que le habíamos pedido en la carta a los reyes magos y si nos lo traería o no.
"- a mi si que he sido buena, pero a ti te traerán carbón".
Luego para casa a cenar tempranito y acostarse prontito.
Dejábamos los zapatos nuevos debajo del árbol , un cacharro con agua para los camellos y las copitas de aguardiente para sus majestades.
Ya sin perder mas tiempo nos íbamos a la cama. Vueltas y vueltas hasta que el sueño nos vencía.
Ya sin perder mas tiempo nos íbamos a la cama. Vueltas y vueltas hasta que el sueño nos vencía.
Entonces, como si no hubiese pasado más de un segundo, nos llovían caramelos.
Seguíamos a los reyes magos al salón y all estaban todos nuestros regalos
y casi siempre un poquito de carbón.
-Tenéis que estudiar un poquito más-decía Melchor.
-Hacerle caso a mama y a papa-continuaba Gaspar.
-Y no os peleéis-terminaba Baltasar, que era el que más susto daba, pero al final era el más divertido.
Después les daban los regalos a
nuestros padres e intentaban hacer funcionar lo que nos habían traído, antes de ir a despertar a otros niños.Ahora a mis 22 años sigo cogiendo todos los caramelos que puedo, intentó a costarme temprano y tras dar 2000 vueltas me duermo, para que como cada año mi cama y la de mis hermanos. se inunde de caramelos, y nos levantemos, poniéndonos las zapatillas una vez al año, y dirigirnos al salón con la misma ilusión de siempre para abrir nuestros regalos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario