La
reunión
Muchos
niños a veces se preguntan por qué a sus casas va Santa Claus y no
La
explicación es la siguiente. Todos ellos son ya muy ancianitos. Y se reparten a
todos los niños del mundo para que no se les olvide ninguno.
Hace
mucho, mucho, mucho tiempo, los tres Reyes Magos estaban preparándose para
repartir los regalos de ese año. Melchor revisaba la larga lista de niños del
mundo.
-La lista es cada vez más larga. Y cada vez los niños se portan mejor, así que nuestro trabajo será cada vez mayor-comentó con preocupación.
-
No, no. No es eso. Es solo que me gustaría poder dedicarle a cada niño el
tiempo que merece. Y no ir con prisas.
-Te
entiendo, Melchor. Ya el año pasado hubo muchos niños a los que apenas pudimos
despertar y hablar con ellos. Es verdad que muchos no lo necesitan, pero los
que si merecen una pequeña reprimenda no los podemos dejar pasar-dijo Baltasar
pensativo.
-Puedo
tener una solución si estáis de acuerdo conmigo-empezó Gaspar.
Baltasar
y Melchor le instaron a continuar.
-Y también está la anciana Beffana, la que nos guio hasta el niño Jesús que reparte dulces también esos días. Podríamos pedirles ayuda.
-Tendríamos
que darle parte de nuestra magia para que puedan llegar a muchos lugares, y
para que sean eternos, como nosotros-dijo Baltasar con duda.
-No
tendría ningún problema con eso, si son buenas personas y se dedicarán de
verdad a la tarea que necesitamos-dijo Melchor.
-Si queréis los traigo aquí y se lo comentamos. Estoy seguro de que son buenas personas, pero no de que quieran hacer nada esto que hacemos nosotros y que no tiene ninguna recompensa-terminó Gaspar.
Melchor
y Baltasar aceptaron y así lo hicieron. Unos días antes de la gran noche se
reunieron, no solo la Beffana y San Nicolás, si no también Tomte, Hoteiosho, Joulupukki,
y algunos más.
-Buenas tardes señores y señoras. Y felices fiestas-comenzó Baltasar-Imagino que estaréis preguntándoos por qué os hemos llamado.
-La
verdad es que, al menos yo, estoy perdido. No puedo imaginar lo que sus
majestades querrían de un humilde hombre como yo- comento Nicolás de Bari.
Sus compañeros asintieron de acuerdo con el anciano.
-Queremos pediros ayuda-dijo Gaspar. Los asistentes. A la reunión lo miraron sorprendidos.
-Sabéis cuál es nuestra labor. Repartir regalos a los niños.
Justamente según su comportamiento. Pero cada año son más y más niños. Y a
veces comprobar el comportamiento de todos ellos es difícil.
-Esto que hacemos no tiene más recompensa que verle las sonrisas de felicidad a los niños. Y entenderemos si no queréis formar parte. Pero esto es precisamente lo que os pedimos. Que cada uno de nosotros viaje a una zona del mundo y se encargue de los niños que allí vivan- explicó Melchor.
El
silencio inundó el salón. Los asistentes se miraron nerviosos entre ellos.
-¿Por qué nosotros?-preguntó Beffana-No somos importantes para nadie. No tenemos grandes riquezas, ni podremos ayudarles como se merecen sus majestades y los niños.
-Os elegimos por la pureza de corazón-comentó Baltasar con sentimiento. Los demás lo miraron y sonrieron.
- Por qué seréis capaces de ver los actos de los
niños y diferenciar si es un acto de maldad, de rebeldía o simplemente
consecuencia de los actos de otras personas que influyen en ellos. Y entonces, esa
noche en la que vamos a visitarles, explicarles que hacer para no volver a
repetir esos actos-les dijo Baltasar.
-Pueden contar con mi ayuda-contestó Nicolás de Bari-Ya reparto regalos entre los niños más cercanos a mi iglesia. No me importa caminar un poco más y repartir entre más.
Tras
él, los demás asistentes a la reunión aceptaron ayudarlos.
-Gracias
a todos. Y cómo este trabajo no es fácil, os concedemos parte de nuestra magia
para ayudaros a hacerlo-concedió Gaspar.
La
sala se iluminó con fuerza y cada uno de ellos sintió un calor emanar del
pecho. Al menguar la luz todos ellos sintieron la magia en sus corazones.
-Muchas
gracias majestades-dijeron todos.
-Cada
año nos reuniremos antes de Navidad para renovar la magia y también para
comprobar que aún queréis seguir repartiendo ilusión-dijo Gaspar.
Todos aceptaron y continuaron la reunión. Decidieron a que niños del mundo repartirían regalos y consejo.
Y también los días en los que irían a dárselos, ya que si
todos lo hacían el mismo día podía ser que se tropezaran entre ellos sin querer.
Años
después, en cada parte del mundo se espera con ilusión a uno de estos personajes.
Y así fue. Si eres de los afortunados que recibe regalos de los Reyes Magos piensa en lo mucho que ellos se preocupan por dedicarte el tiempo que mereces.
Y si eres de los afortunados que recibe regalos de San Nicolas (Santa Claus o Papa
Noel para muchas personas), Beffana, Tomte, El carbonero o cualquier otro, piensa en lo que los Reyes Magos se preocuparon para que no te faltase atención.
Regale
quien te regale recuerda siempre que te quiere muchísimo y espera que seas
feliz.
Fin
Dedicado
a todos los que tienen una visita de los Reyes Magos o de cualquier otro.
Especialmente a los padres, que no olvidéis que también reciben sus regalitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario