Nosotros los de Oriente

Nosotros los de Oriente le dedicamos este blog, a la mayor ilusión de los niños, la de tener a alguien que se preocupe por ellos y los quieran.

Quiero resaltar con la gran ilusión con la que abordan este reto la mayoría de los padres, aunque quedan algunos que enarbolando la violencia por bandera, se empeñan en ser los protagonistas de este, y otros eventos, pensando solo y exclusivamente en ellos.


Melchor nos muestra su castillo

Gaspar con su yeguada

Baltazar con su camello

miércoles, 19 de enero de 2022

El descuido de los Reyes Magos

 

El descuido de los Reyes Magos




Érase una vez, no hace muchos años, una niña llamada Elsa que les escribía siempre a los Reyes Magos.

“Queridos Reyes Magos:

Me he portado bien este año. Me gustaría que pudieseis venir a casa a traer algunos regalos. Podemos dejaros un poco de leche para vosotros, y quizás algunas galletas.”

Pero los Reyes no pasaban por su casa en la noche mágica. Ella los veía desde su ventana. Pero no llegaban a su casa.

-A lo mejor no he sido tan buena como pensaba este año- se decía la pobre Elsa a si misma. Pasaban los años. Y la niña tenía cada vez más responsabilidades en su casa. No paraba de trabajar en todo el día. Estudiar, limpiar, cocinar… Casi no tenía tiempo de pensar en otra cosa.

Nunca dejó de creer en los Reyes Magos, pero pensaba que tendrían la noche demasiado ocupada y no les daba tiempo de ir a su casa. 

Pasaron los años y la niña se volvió mujer. Una mujer responsable y muy feliz. Tuvo dos hijos a los que les enseñó la ilusión de las fiestas navideñas y sobre todo ilusión por la noche de Reyes Magos. Cada años los tres juntos escribían la carta juntos y la ponían en el buzón.

Y ocurría lo mismo que con ella. Los Reyes Magos dejaban regalos para sus hijos, pero nunca los despertaban para que pudieran verlos.

-Son muchos niños en el mundo. Y no pueden despertarlos a todos.

Pero nos dejan unos regalos muy chulos- le decía Elsa a sus niños.

Un día Elsa se puso enferma, y los pequeños, que ya no eran tan pequeños, les escribieron la carta a los Reyes Magos.

“Queridos Reyes Magos:

Mamá siempre me dice que estáis muy ocupados, y que por eso nos dejáis regalos, pero no nos despertáis. 

Aún así queríamos pediros que este año nos dejéis daros las gracias. 

Mamá siempre os ha esperado con ilusión y a nosotros también me gustaría conoceros. 

Además mamá ha estado enferma, y aunque ya está mejor, queríamos que le deis magia de la vuestra para que termine de recuperarse.

Esperamos poder veros este año”

La carta de los pequeños causo mucho revuelo en oriente.

-¡Gaspar, Melchor! ¡Gaspar, Melchor!-por los pasillos de un hermoso palacio, el rey mago Baltasar gritaba llamando a sus compañeros mientras corría a la sala principal.

Allí encontró a sus compañeros leyendo más cartas de niños. Y revisando la lista de regalos que les faltaban por meter en sus grandes sacos mágicos.

-Baltasar, ¿Por qué gritas hombre?-preguntó un poco asustado Melchor.

Baltasar recuperó la respiración y les acercó la carta.

-Mirad esta carta.

Baltasar les dio a los otros reyes la carta recibida y estos la leyeron mientras les cambiaba el semblante de la cara.

-¡No puede ser verdad!-exclamó Gaspar mirando confundido a Melchor-¿De verdad llevamos tanto tiempo sin despertar a Elsa? ¿Y tampoco a sus hijos?

-Por favor puedes traernos el libro de registro de los últimos años-Melchor habló así con uno de los pajes que los ayudaban a preparar los regalos.

El muchacho asintió y corrió a buscarlo.

-El libro nos dará las respuestas-dijo Melchor-Aunque no hay dudas de que algo ha pasado para que recibamos está carta.

-No sé cómo hemos podido ser tan descuidados- se lamentó Baltasar.

El joven paje llegó corriendo con un gran libro rojo bajo el brazo. Melchor se puso a revisar el gran libro donde archivaban las visitas que hacían todos los años. Se suponía que debían visitar a todos los niños, pero como no podrían hablar con todos, cada año seleccionaban a unos cuantos.

-Es así- dijo tristemente Melchor- Nunca hemos ido a ver ni a Elsa ni a sus hijos. Es mágico que sigan creyendo en nosotros.

-Tenemos que ponerle remedio compañeros. Este año no podemos faltar a la cita con ellos. Les debemos una disculpa-sentencio Gaspar.

Los tres estuvieron de acuerdo y se pusieron en marcha para seguir preparando la gran noche que se acercaba.

Mientras en la casa de Elsa pasaban las fiestas navideñas con ella ya recuperada y de vuelta a su rutina. Y pasando Nochebuena y Nochevieja llegó la noche más emocionante del año. La noche de los Reyes Magos.

Elsa y los niños se fueron pronto a la cama. Deseosos de que amaneciese para ver que regalos les habían dejado los Reyes Magos.

Pero mucho antes del amanecer Elsa sintió una mano en su hombro.

-Elsa, somos Melchor, Gaspar y Baltasar. Despierta hija, queremos hablar contigo.

Elsa abrió mucho los ojos y no podía creer lo que veía. Frente a ella estaban los tres Reyes Magos. Vestidos con sus mejores ropas de galas. Sonriéndole.

Ella se levantó con lágrimas en los ojos. Y entonces oyó a sus niños en el salón y salió de su habitación con los Reyes. Fuera sus niños abrían los regalos sonrientes.

-Mamá, mira. Le escribimos a los Reyes cuando estaban malita y ¡han venido!-gritó emocionado el más pequeño.

Elsa se sintió muy feliz y agradecida.

-Elsa queremos pedirte disculpas por haber tardado tanto tiempo-le dijo entonces Melchor.

-Oh, no, no. De verdad no pasa nada. Estáis ocupados-contestó ella.

-No es excusa. Todos los niños son importantes para nosotros. Y todos merecen ilusión. Por un descuido nuestro tú no has podido disfrutarlo y por ello debemos disculparnos-continuó Gaspar.

-Sabemos que has tenido muchos obstáculos y que los has superado todos. Eres una mujer fuerte y valiente. Y es sorprendente que además sigas siendo tan buena y tan risueña-terminó Baltasar.

Elsa sonrió feliz y agradecida.

-Ahora tenemos que marcharnos. Aún nos quedan muchas casas por visitar. Pero prometemos volver-dijo Melchor.

Los Reyes Magos abrazaron a Elsa y se despidieron de sus hijos y se marcharon para continuar con su mágica noche.

-Mamá, ¿estás contenta?-preguntó el mayor de los niños.

-Muy feliz chicos. Gracias por escribirles. Es el mejor regalo que podíais darme.

Elsa abrazó a sus hijos y después, con toda la ilusión que tenían dentro, continuaron abriendo los regalos sonrientes.

FIN

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